Leyendas

BMW R100RS (1977–1984): viaje de excelencia

Diez años después de que el gigante alemán estuviese dispuesto a dejar el mercado de las motos, salió uno de sus modelos más representativos, la R100RS. Mucho más que solo sportstourer.

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En cuanto vio la luz, la R100RS se convirtió en la gran novedad, siendo la versión turismo de la R100/7. Compartió presentación en sociedad con esa edición sin carenado, y con la deportiva R100S. Pero por varios motivos fue la que captó más atención, habrá sido por su diseño, obra de Hans Müth, o por sus características. Lo cierto es que marcó una generación, y sigue considerándose por muchos como la mejor compañera de viaje, aún con la edad que lleva.

Excelencia en cada parte

El objetivo de BMW era claro, por eso mismo las instrucciones para los ingenieros fueron igual de precisas: “Posicionar a la R100RS y a BMW en el ápice del mercado mundial de motocicletas”. Para esto se trabajó con la mejor tecnología disponible, según las palabras de RudigerGutsche, Director de Ingeniería de la empresa en esa época: “el carenado de la RS fue el primer componente de una moto en el que BMW empleó la innovadora tecnología CAD (Diseño Asistido por Computadora)” que la fábrica utilizaba para los automóviles.

Esa pieza es fundamental en R100RS, ya que distaba mucho de las realizadas por otras firmas. Ese perfecto y aerodinámico carenado fue moldeado en el túnel del viento de Pininfarina, en Italia, ya que los germanos no tuvieron uno propio hasta 1980. Así se lo dotó del protagonismo que supo cobrar en el modelo, lo hacía ver sofisticado, elegante, confiable y exclusivo, más allá de venderse en cantidades.

Además portaba el motor bóxer con culatas de dos válvulas, que alcanzaba una potencia de 70 CV. Gracias a la combinación de ese propulsor y el especial carenado podía llegar a los 200km/h. Pero sin dejar de tener estabilidad en el andar, y por supuesto, una cómoda posición de manejo.

También destacaba el instrumental, que estaba compuesto por cuatro relojes, siendo de lo más completo en ese tiempo. Otro de sus detalles más visibles eran las llantas de aleación, que jugaban en armonía con la estética proporcionada por las piezas restantes de la carrocería.

Con el correr de los años fue actualizando sus partes, como los frenos de disco, con pinzas Brembo de pistones opuestos, el basculante monobrazo, o las nuevas suspensiones. Así como tuvo algunos retoques estéticos antes de tener su última versión en 1984.

Antes de dejarle pasó a las motos serie K, las R dejaron su huella, especialmente la RS. Su éxito le permitió el número de 34.500 unidades, entre los años 1976 y 1984. Tuvo una segunda generación, con menores resultados, entre 1986 y 1992, que vendió un total de 6.081. Aun hoy se siguen buscando en el mercado, donde por supuesto se venden a elevados precios.

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