Cuántas veces hablamos de aquellos viajeros que toman su moto y se van a marcar el rumbo en las rutas. Tanto en Argentina, como en otros países es una de las experiencias más frecuentes para los amantes de las dos ruedas. Esta historia es una de ellas, pero es (quizá) la más especial de todas.
Carl Stearns Clancy pensó en viajar cuando se lanzó con su Henderson Four a los caminos, allá por 1912. Al piloto y a su compañera de aventuras muchas veces les faltó ruta, es decir una calle por la que andar. Es que en esos tiempos nadie se planteaba dar la vuelta al mundo en moto, como así lo hizo este norteamericano, que es considerado algo así como “el padre de los moteros viajeros”.
Los primeros 29.000 kilómetros
Cuando Carl se aventuró a dar la primera vuelta al mundo registrada en la historia, no había GPS, ni geolocalización alguna, apenas estaban bien hechos los mapas, no tenía muchos lugares donde cargar combustible, y ni siquiera tenía rutas por donde pasar. La vida a principios del siglo XX era muy diferente a lo que vivimos hoy. Con la tecnología como primer punto de distinción entre ese mundo y este.
El plan de viaje lo hizo por estar cansado de su trabajo como escritor de publicidades en New York, donde había ido desde muy joven después de abandonar tanto sus estudios como su casa paterna. Pero Carl no estaba solo en la empresa, lo acompañaba su amigo Walter Rendell. Con él fue desde la ciudad norteamericana hasta Paris, donde perdieron una de las dos motos, por lo que solamente uno de ellos pudo seguir el camino. Recorrieron juntos el Reino Unido, Alemania, Suiza, Bélgica, Holanda, y parte de Francia.
Luego de eso Clancy terminó de cruzar el país galo, después fue hacia España, y más tarde dio el salto a África, recorrió Argelia, Túnez, Egipto, hasta se animó al desierto del Sáhara (mucho antes que cualquier piloto del Rally Dakar). El siguiente destino fue India, donde se encontró con el mayor de los problemas, escases de combustible. De allí tomó un barco para adentrarse en China, y seguido de ello otro para pisar Japón. Del país del sol naciente se decidió por fin a regresar a New York cruzando el Océano Pacífico, una vez más embarcado. Pero pisó tierra en la costa oeste de EEUU y debió cruzar el país para llegar por fin a destino.
Terminó por transitar aproximadamente unos 29.000 kilómetros, en un tiempo de 10 meses de duración de esta primera vuelta al mundo. Firmando una verdadera hazaña, y como todo aventurero solía decir frase como: “Hay que morir en algún momento y morir con las botas de uno es muy noble”. En clara alusión a las situaciones adversas que debía pasar en los lugares más inhóspitos.
Las ayudas económicas
La Henderson Four con la que Clancy hizo la primera vuelta al mundo fue brindada por la misma fábrica. Es que los dos amigos se acercaron a hablar directamente con los hermanos Henderson para que financien parte del viaje. Dijeron que sí de inmediato a la gran empresa que querían llevar a cabo ambos apasionados por las motos. Luego el norteamericano se sentiría tan agradecido y a gusto con los ejemplares brindados que declaró: “No sé si alguna vez haré otro viaje alrededor del mundo, pero si lo hago, puede estar seguro que lo haré en moto y que esta será lo más parecido posible a la Henderson que tengo ahora”.
La Henderson Four era una máquina con motor de 4 cilindros en línea, de una cilindrada de 916cc, que generaba una potencia de 7cv, y no tenía amortiguación. Una vez entregados los dos ejemplares, la Herderson Motorcycle Company, haría publicidad al patrocinar la primera vuelta al mundo en moto, todo un hito en la historia mundial. Claro que a la vuelta de Carl hubo igualmente festejo por parte de la fábrica.
Además de la financiación de la firma de motocicletas, Clancy consiguió algo dinero escribiendo sus crónicas de viaje. Las publicaciones que aceptaron cubrir gastos de la vuelta al mundo fueron dos: Bicycling World y Motorcycle Review. Ambas eran revistas especializadas reconocidas en aquella época. Así fue que además de un pionero de las motos, también lo fue del periodismo de aventura.
Una vez finalizada la vuelta al mundo y ya en un lugar fijo, Clancy reunió todos los textos que escribió para publicarlos juntos. Sacó un libro “The Gasoline Tramp or Around the World on a Motorcycle” (“El vagabundo de gasolina o alrededor del mundo en una motocicleta”), que fue reeditado al cumplirse 100 años de la empresa (en 2013).