La historia de esta motocicleta customizada comienza con la niñez de su dueño, Alp, un motociclista que se enamoró de las minimotos en su primer viaje en barco, cuando tenía 8 años. Según lo que contaron los creadores de “Gorilla”: “quedó fascinado cuando los marineros atracaron sus barcos en el Vieux Port de Cannes y cruzaron la costa en scooters y mini bikes. Por la noche, los vio subir por la pasarela y guardar sus máquinas en los botes”.
Lo irónico es que Alp jamás se compró una minimoto hasta que Honda volvió a sacar al mercado a la Monkey hace unos años, aunque había algo en el aspecto moderno del modelo que no le gustaba. “Mi hermano acababa de terminar un proyecto personalizado con Bunker”, explicó el motociclista a BikeExif: “Fue una reconstrucción total de una Triumph y me encantó. De repente pensé: ‘¿Qué tan genial sería si pudiera personalizar una nueva Monkey para que se pareciera más a una bicicleta retro, para ponerla en mi bote y deslizarme por las islas griegas?’”.
Así fue como una Monkey 2019 llegó al taller de Bunker, en Estambul, y los Uzer empezaron a planear cómo la modificarían, para lograr la mejor versión. Entre tantas cosas, cambiaron parte de la ciclística y varios detalles, como el sistema de escape o la electrónica.
En la parte ciclo redujeron el tamaño de las horquillas y sustituyeron las suspensiones originales por un kit Racingbros, tanto adelante como atrás. También cambiaron las llantas de aleación por unas de radios de 12 pulgadas, y se hicieron algunas modificaciones para encajar correctamente con los frenos, especialmente con el sistema ABS.
El motor permaneció sin demasiadas alteraciones, solamente se modificó la admisión, usando un tubo MNNTHBX con filtro de aire DNA, para completarse con el sistema de escape nuevo, terminando con el silenciador Cone Engineering. Además se añadió un kit de electrónica de Bazzaz, para mejorar el rendimiento de la unidad y hacerla un poco más poderosa.
En cuanto a la estética, se modificó el frente de la máquina agregando espejos retrovisores marca Puig y nuevos soportes para el faro delantero, así como se sustituyeron las intermitentes por unas más chicas de Kellerman Attos, “son casi invisibles cuando no parpadean”.
Mientras que el asiento tiene un tapizado más suave y combina con los bolsos laterales, todo hecho a mano por artesanos turcos. Detrás se cambió el guardabarros por uno recortado de aluminio, donde se colocó la luz de freno ‘Prism’ de Dime City Cycle e indicadores Atto. Por último, la pintura quedó a cargo de Flama Design House, que realizó el diseño del tanque de combustible a mano.