Leyendas

Puma (1952-1966): La moto del pueblo

La mítica marca argentina nació en la época de mayor apogeo de la industria nacional, que era acompañada por las políticas del gobierno. Sus breves 14 años de vida marcaron a fuego la historia de las motocicletas en nuestro país.

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La historia de Puma comienza al inicio de la década de 1950, más exactamente el 15 de junio de 1952. Aquel día empezó el desarrollo de las primeras unidades de la marca, que se basaron en el modelo alemán Gõricke (con motor Sachs 98 cc). Partían de un ejemplar que había sido obsequiado por la UES (Unión Estudiantes Secundarios) al presidente Juan Domingo Perón.

De 20 a 10.000

Antes de inaugurar la planta de producción de motos Puma, se fabricaron 20 unidades prototipo. Estas fueron testeadas por los trabajadores, hasta que convinieron que podían fabricarse. Esta “pre-serie” estaba pintada de verde claro y beige; diferenciándose de la línea final, que con cuadro negro y tanque gris.

Casi un año después, el 27 de mayo de 1953, y por el Decreto 9170 del Presidente, se crea la fábrica, ubicada en la ruta de camino a Villa Carlos Paz. De allí nace la primera serie de Puma, que tenía como objetivo convertirse en la mejor alternativa de movilidad para los trabajadores de la época.

El motor era un Sachs 2T de 98 cc, con palanca de cambio en tanque, 2 velocidades, arranque con pedales duales, el freno trasero era a contra pedal mientras que delantero con patines expansibles y cintas. Sus llantas eran de acero cromado, tenía una horquilla delantera estampada calada y un cuadro rígido detrás. Entre sus accesorios contaba con una caja de herramientas en forma de triángulo, un inflador con el logo de Puma, una bocina en el manubrio, portaequipaje, y más. El asiento era solamente para una persona, por lo que no se debía llevar un acompañante. Se vendieron 10.056 unidades de esa primera serie.

La evolución

De 1956 a 1963 se fabricó la segunda serie de Puma, que lograría mayor éxito, llegando a venderse 56.928 ejemplares de la misma. Llevaba un motor Sachs de 2 tiempos, de 98cc; a diferencia de la anterior los cambios se hacían con el pie, mientras que el arranque era con pedal a patada. El freno del eje trasero era ahora un pedal con varilla, patines expansibles y cintas traseras. Las llantas cambiaron para ser de aluminio, mientras que la horquilla del frente era estampada pero sin caladuras.

Esta segunda generación sufrió algunos cambios con el correr de los años, por ejemplo en su último modelo tenía un botón de pare debajo de la luz delantera y velocímetro. Es quizá la serie más conocida, con un distintivo asiento con armazón de hierro, forrado en goma.

El gran cambio

Por una desconocida razón no hubo serie tres, y se pasó a la cuarta serie, que inició en 1959 y se mantuvo hasta 1966. Tuvo sus dos versiones, la primera con motor 98 cc, ya con licencia Televel; mientras que la segunda, lanzada en 1962, se equipaba con un propulsor de 125 cc. La estética cambió radicalmente, dejando de lado el aspecto de las primeras series.

Las de cuarta generación tenían llantas de 16 pulgadas de aluminio, la caja de cambios era de 3 velocidades. En la parte ciclística la horquilla delantera era fija, con dos bieletas en los extremos, e incluía amortiguador trasero. El sistema de frenos era con patines expansibles. Además el asiento de la Puma por fin era biplaza. No tuvo el éxito de la segunda serie, pero logró vender 11.332 unidades de la 98 y 25.423 de la 125.

La última generación de Puma llegó en 1963 y se fabricó hasta 1966, al igual que la cuarta. La gran diferencia es que en su interior llevaba un motor de 200 cc, la suspensión delantera había evolucionado hasta ser una horquilla telescópica, y las llantas habían crecido hasta las 17 pulgadas. Fue el modelo mejor logrado de la marca, lamentablemente llegó en el ocaso de la industria. Se comercializaron un total de 1936 unidades en los 3 años de vida de la quinta serie.

Al cerrar sus puertas, Puma llevaba vendidas 105.675 motocicletas en toda Argentina. Cuando comenzaron la producción se contaba en 400 motos mensuales, la primera serie se vendían a unos $6500, bastante menos que los $9500 que podía costar una similar importada.

En aquel inicio se utilizaban motores Sachs, pero luego las empresas Televel y Sequenza (Bromberg) se encargaron de proveer los propulsores, aunque se dice que no tenían prácticamente modificaciones con respecto a los otros. A pesar de ello, Puma se transformó en un emblema de la industria nacional, que aún hoy cuenta con sus entusiastas, quienes se agrupan en diferentes clubes de motociclistas.

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