Gracias a un australiano amante de la velocidad y las dos ruedas podemos deslumbrarnos con una máquina, que más allá de tener un motor eléctrico puede levantar 280cv. Mirá cómo quema rueda en Sidney y se prepara para competir.
Hace 7 años Danny Ripperton se cansó de apostar por los motores clásicos y se decidió a cambiar para siempre su Yamaha R1 (modelo 98), para convertirla en una moto eléctrica. Eso que comenzó en 2010 terminó de dar sus frutos, bastante buenos por cierto, y hoy su dos ruedas es una bestia que alcanza 280cv de potencia. Él mismo la llama “gran monstruo”, y por lo que se ve, no es para menos.
El proceso de conversión
Todo empezó como un proyecto, en el que Danny empezó a construir su prototipo de modo casero. El australiano se encargó también de contar paso a paso en un foro cómo fue la transformación, y los siete años en los que trabajó asiduamente para poder tener su propia criatura. Además la llevó a rodar por los circuitos y a medirse con otros ejemplares, como hizo en el Electric Formula Xtreme Championship (eFXC) de Australia.
Este campeonato de motos eléctricas le ayudó a Ripperton para, de algún modo, financiarse, pero sobre todo, probar que tan rápido podía ir. Este certamen se realiza solamente a tres vueltas, para que los competidores no gasten demasiada energía. En el eFXC del 2013 Danny pudo cumplir el objetivo máximo, coronarse campeón con su Yamaha. Luego de eso cambió el rumbo, colgando el mono y dedicándose 100% a la preparación de su pequeña bestia.
Toda la experiencia llevó al australiano a sumergirse completamente en el mundo de la electrónica. Poniendo especial foco en las baterías y en la refrigeración, dos puntos clave para el proceso de obtener buenas prestaciones. La última actualización que hizo Ripperton dejó un dispositivo de numerosas celdas, que colocó en la zona del tanque.
Del ayer al hoy
En 2010 su moto llegaba a correr a 280km/h, y pesaba poco más que la versión original de YZF-R1. Ahora pudo alcanzar la cifra de 280cv, gracias a las actualizaciones que fue colocando en el motor, para ampliar el rendimiento. El corazón eléctrico de la bestia trabaja con cuatro propulsores, que funcionan al unísono, y dos radiadores de aluminio, que lo refrigeran. La verdadera pena radica en la dependencia total con las baterías (al igual que todas las de su clase), lo que impide saber con seguridad hasta dónde podría llegar el poder de esta Yamaha preparada.
Como otras motos eléctricas, el motor tiene transmisión directa con la rueda, no tiene marchas que medien. En la frenada está equipada con el (ya casi famoso) freno regenerativo, que funciona con el motor, que hace parar la moto gracias a un funcionamiento especial, que además ayuda a la energía de las baterías.
Para deleite de los amantes de las motos, se puede ver a esta Yamaha, que saldrá a competir a pista en cualquier momento. Cómo funciona, cómo se carga y cómo se mide con otras de combustible en este vídeo imperdible: