George Brough creció viendo a su padre en su taller de motos, que no era su trabajo, si no su pasatiempo. Pero el hijo quiso hacer de esa pasión un imperio y logró crear las máquinas más exquisitas de su época. Su marca Brough Superior se posicionó pronto como la “Rolls-Royce de la motocicleta”, después de ser bautizada así por periodistas especializados británicos. La similitud era mucho más que por la sofisticación, era por la suavidad y el silencio en la marcha de estas máquinas.
La perfección de los 20
La Brough Superior SS100 se convirtió en el emblema de la firma, era “máquina privada más rápida del mundo”. Debía su nombre a la abreviación de super sport y la velocidad que alcanzaba, 100 millas (unos 160 km/h). Pero no era una moto accesible, costaba 15 sueldos de un trabajador promedio. Un sueño para cualquier amante de las motocicletas, pero accesible solo para pocos.
Fue presentada en 1923, comenzando a venderse al año siguiente y hasta 1940, se contabilizaron un total de 3.000 unidades producidas. De ellas todavía están en buen estado una tercera parte, es decir mil. Confirmando la calidad que tenían sus piezas, y también el mantenimiento que brindaba la firma. Por su buena forma, cada vez que una se subasta el precio suele superar los 300.000 dólares.
La SS 100 se equipaba con un motor JAP de cuatro válvulas y lubricación mecánica, que llegaba a los 45 cv de potencia, gracias a los cambios de tres velocidades Sturmey-Archer. Tenía frenos de tambor en ambos ejes, sistema de iluminación y velocímetro, dos artículos poco vistos. Para 1928 se modifica el chasis, ya con suspensión trasera, y al año siguiente la caja de cambios se renueva, permitiendo que la máquina llegue a 50 cv.
En 1934 sale la versión Alpine Grand Sport, con lineamientos copiados de la aviación. Llevaba los sistemas de encendido y lubricación duplicados, con dos magnetos y dos bombas de aceite. Por ello podía sacar chapa con 75 cv de potencia, una cifra impensada para la década. Para el año siguiente los cambios pasan de las manos al pie, y luego el motor dejaría de ser de Matchless, para ser Norton y funcionar a cuatro marchas.
Gracias a su diseño se lleva las miradas de todo el mundo del motociclismo, siendo tildada por mucho como la más bella de la historia. Eso sumado a su gran velocidad, que llegaba a picos de 200 km/h, se convertía en un objeto de deseo. Quien quedó encantado con la Brough Superior SS 100 fue Thomas Edward, mejor conocido como Lawrence de Arabia. Quien además sucumbió ante la velocidad de la máquina, en un accidente que terminó con su vida.