El porteño Carlos Sambucetti es un veterano motociclista, apasionado por los viajes. Su primera travesía la hizo a los 18 años, el día después de conseguir su licencia de conducir.
El mundo está lleno de viajeros en dos ruedas, y Carlos Sambucetti es uno de ellos, que con sus 76 años no para de hacer lo que más le gusta. Su pasión por las motocicletas nació cuando era muy joven, según asegura “este año cumplo 60 años desde que tuve la primera moto”.
Memorioso como pocos, Carlos recuerda su primer viaje, un “corto” recorrido que lo llevó hasta Luján. No fue en cualquier momento, sino inmediatamente después de conseguir su licencia de conducir. Tal como se acuerda, fue en 1962: “Apenas cumplí 18 años, saqué el permiso provisorio para manejar y al día siguiente me fui a Lujan, me hervía el ‘quetejedi’ por salir con la moto, no podía esperar”.
Por aquella época, era un joven soltero y hacía sus viajes en compañía de sus amigos, así como también se iba solo por las rutas argentinas. “A mi mamá no le gustaba, pero yo le decía que no se ponga mal porque iba despacio”, rememora Carlos. Solía acampar, se bañaba en los ríos y utilizaba el espejo retrovisor de la moto para afeitarse. Esos tiempos quedaron en el pasado, ya que ahora prefiere estar más cómodo y quedarse con hoteles.
Carlos asegura: “tuve giras de 4 mil y 7 mil kilómetros”. Incluso después de casarse continuó con sus salidas, y por supuesto iba acompañado por su esposa. De tantos viajes se volvió todo un mecánico, ya que el mismo se encargaba de arreglar los desperfectos que tenía con sus motocicletas.
Luego de enviudar, el taxista jubilado, siguió con sus travesías, a Córdoba, a Mendoza, y a diferentes ciudades de Buenos Aires, siendo más frecuentes Azul y Luján. Le contagió su pasión por las dos ruedas a su hija Silvina, con quien comparte aventuras, además de sumar a su yerno Nicolás, que también es un amante de los viajes en dos ruedas.
Nada paró a Carlos, que incluso tuvo un grave accidente hace solamente dos meses. Tuvo una triple fractura de fémur, tibia, y peroné, en la pierna izquierda. Esto resultó en un mes de internación en el Hospital Belgrano, quince días de espera para una prótesis, y una operación, que se vio postergada por una anemia que sufría. Por el momento está haciendo la rehabilitación, y debe permanecer en silla de ruedas. Pero esto no lo frena, el tiempo lo aprovecha para planificar un viaje a Mendoza, ya que según asegura “el camino es hermoso”.