Rodrigo Arroyo recorre Hurlingham a bordo de su motocicleta personalizada. Mientras le pone ritmo a las calles por donde va y hace bailar a los vecinos que lo ven pasar.
Rodrigo Arroyo recorre Hurlingham a bordo de su motocicleta personalizada. Mientras le pone ritmo a las calles por donde va y hace bailar a los vecinos que lo ven pasar.
Su documento dice que se llama Rodrigo Arroyo, pero todos en la ciudad lo conocen como DJ Rodry. Porque el motociclista lleva su música a donde quiera vaya, gracias a los cambios que realizó en su moto. Es el DJ más famoso de zona Oeste, porque va en dos ruedas.
Según le contó a Clarín, Rodrigo tiene algunos pendrives, donde guarda más de 14 mil canciones de diversos géneros. Así puede mostrar su amplio repertorio, pasando diferentes temas en los parlantes de su vehículo. “Todos se alegran al escuchar los temas del momento. También tengo clásicos de los 80, canciones de Charly García, Los Redondos, Los Pericos y otros.”
Obviamente es un hobbie, y que empezó hace muy poco tiempo. “Comencé a personalizar la moto hace año y medio. Le instalé una luz led de color en la parte inferior, y es lo que le llama la atención a la gente.” Con su máquina recorre las principales avenidas, y llega hasta la Catedral de Morón.
Por supuesto tiene sus horarios, que es cuando no trabaja en su taller mecánico, de lunes a viernes de 10 a 12 y los fines de semana de 23 a 2. También contó “siempre me gustaron las motos y quise hacer algo diferente.” Para agregar que rodado conduce “la que me acompaña a todos lados es una moto eléctrica. Como salgo a manejar por la mañana y a la tardecita, tengo que cargar la batería dos veces al día.”
Además de amar las motos, a DJ Rodry siempre le encantó la idea de animar a la gente. De hecho antes de abrir su taller, Rodrigo era animador de eventos con un amigo. Ahora es feliz al ir con su música por todas partes: “Cuando paro en un semáforo la gente se anima y me felicita. Es una linda sensación porque después de un largo día de trabajo muchos se relajan y se divierten.”
Se crió en Hurlingham, y gracias a su habitual recorrido en estos años ve los cambios en su ciudad, así como de otros lugares del Oeste. Se alegra al decir que “es bueno ver cómo las calles empiezan a pavimentarse”. Avances que ve cuando pasa por la Avenida Gaona, Pinar de Rocha o el centro comercial de Ramos Mejía.
Siempre se encarga de actualizar el repertorio, porque su público es muy variado. Según contó “Los jóvenes se ponen a bailar los últimos éxitos de reggaetón en la parada de los colectivos, y hasta un señor mayor me pidió que le ponga un tema de Gardel”.