Walter Astrada comenzó en 2015 a recorrer distintos países en una Royal Enfield, aunque desde hace años su vida es viajar y tomar fotografías. Además fue distinguido tres veces con el prestigioso premio World Press Photo.
Walter Astrada comenzó en 2015 a recorrer distintos países en una Royal Enfield, aunque desde hace años su vida es viajar y tomar fotografías. Además fue distinguido tres veces con el prestigioso premio World Press Photo.
Este argentino viajero lleva poco equipaje, sabe que es fundamental para moverse por el mundo. Sus objetos más valisos son sus dos cámaras y tres lentes, con los que capta las mejores imágenes. Por supuesto, las comparte en redes sociales, pero también hace postales con las impactantes fotos, para conseguir dinero y seguir su camino.
Ya recorrió América, Europa, Asia y Oceanía, haciendo en total más de 120.000 kilómetros. Conociendo así miles de lugares y personas, que retrata con su lente de artista. En Haití fue donde descubrió a la moto como su medio de transporte predilecto, con la idea de comenzar a moverse por el mundo como mochilero.
Su primer recorrido fue algo así como una práctica, yendo por los Pirineos de España, país donde Walter estaba radicado. “Y ahí empecé a concretar la idea, averiguar qué papeles y visas necesitaba, definir la ruta, leer blogs para ver qué había en cada país y cómo llegar a los lugares. Seguí practicando con la moto, juntando plata, y así estuve dos años.”
Además debió operarse de los ligamentos de la rodilla, y durante su recuperación comenzó a mentalizarse en el proyecto que lo llevaría a su extenso viaje. “Solo sabía que no quería hacer noticias duras. Cuando empecé a viajar dejaba la moto, salía a caminar y lo que encontraba lo iba fotografiando. En algunos lugares he hecho pequeños reportajes, paso un día trabajando un tema.”
Cuenta que en Indonesia fue “la única vez del viaje que dejé de ser motoquero y fui fotógrafo completamente.” Ya que se quedó 20 días haciendo un reportaje sobre los funerales en ese país, “contacté familias que me dejaran fotografiar; son funerales abiertos, hay matanzas de búfalos.”
Cuando llegó a la Argentina, no quiso jugar de local “que hacía 20 años que no iba, tenía la idea de fotografiarla como si fuera un turista.” Porque su objetivo es tomar momentos donde no haya tragedias o violencias, lo que no sale en noticias. Mientras que explica que ahora empezó otro proyecto retratar “los bichos muertos en la carretera, que hay muchos porque pasan muchos camiones. Le estoy buscando la parte periodística. Pero eso es paralelo al viaje. Está bueno porque tengo varias cosas dando vueltas, y hago las fotos y las distribuyo entre esos proyectos.”
También en el camino dicta talleres, mostrando sus fotografías de “actividades locales tradicionales, celebraciones, más que monumentos o lugares turísticos”. “A veces en lugares que has leído pero nunca has estado te da como una sensación de triunfo, de llegar a donde soñaste. En Mongolia imaginaba cómo era hace 500, 1000, 3000 años. Pero eso también me pasaba cuando trabajaba de fotógrafo. Sos privilegiado por estar en esos lugares. Hay veces que no necesito hacer fotos, ya con estar ahí y la experiencia me alcanza.”
Estos días se encuentra en Montevideo, pero pronto emprenderá viaje hacía Asunción, y luego irá rumbo a Tucumán. En la provincia norteña participará en una bienal de fotografía, donde mostrará sus últimos trabajos.