Quizá sos de los que vio por la televisión la vida de Pablo Escobar y te copaste con la historia del narcotráfico. Puede ser también que hayas visto completa la serie Narcos de Netflix, con todo lo que pasó en Colombia, y empezaste con la versión de México. O simplemente entraste a esta nota por pura curiosidad, y porque te gustan las dos ruedas
Cualquiera de las tres opciones que sea, vamos a contarte la relación más íntima entre los capos de la droga y las motocicletas. Porque no solamente los sicarios o subordinados recorren las calles en estos vehículos, si no que los líderes pueden disfrutar de un paseo en moto.
El narco más motoquero
Lo creas o no, el antes nombrado Pablo Escobar Gabiria, era un amante de las motos. Además tenía pasión por la velocidad, por eso contaba con una gran cantidad de vehículos rápidos y de lujo (de cuatro o dos ruedas). En su garaje se contaban motocicletas, triciclos, cuatriciclos, kartings, buggies, y coches.
Pero algunos dicen que las dos ruedas eran sus favoritas, y quizás era por eso que tenía una exclusiva pista de motocross, que para muchos fue el más grande de América Latina. En su circuito personal, que estaba en la imponente “hacienda Nápoles”, hacía competir a los miembros del Cártel de Medellín. El premio para el ganador, según cuentan, era “la moto de sus sueños”.
Su hijo Juan Pablo Escobar cuenta en su libro “Pablo Escobar, Mi Padre” que poseía “cerca de 30 motos de alta velocidad, así como motocross, triciclos, cuatrimotos, carts, y buggies de las mejores marcas. También tenía 30 motos de agua.”
Entre las motos conocidas estaban una Yamaha Calimatic 175 y una Suzuki GSXR (año 91, con kit de competición), así como era dueño de varias Honda de 500cc (de las cuales se desconocen los modelos específicos). Pero la joya de Escobar era una Harley Davidson de 1990, que introdujo en Colombia de manera ilegal, y que luego se la obsequiaría a su primo Juan Enrique Urquijo Gaviria.
El ejemplar se destacaba no solo por haber ingresado de forma ilegal, si no por su diseño exclusivo. Tenía grabados de oro en el retrovisor, la tapa del motor y el medidor del aceite. Mientras que el asiento contaba con tacha de plata. Esa Harley de 1100 cc se exhibe en el sótano del Museo de la Policía en Bogotá, después de haber sido secuestrada por los oficiales.
Por supuesto que en el Cártel de Medellín, además había otros que eran amantes de la velocidad, pero en menor medida. Su primo, Gustavo “León” Gaviria, gustaba de las motos aunque parecía tener más interés por los autos. Mientras que los miembros del “Clan Ochoa” también contaban con sendos vehículos de dos ruedas en sus garajes. Ellos participaban en las carreras de motocross en la hacienda Nápoles, al igual que Pablo Escobar.
Otras historias
Trasladándonos más al presente y mudándonos a México, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán no solamente tenía (o tiene) una flota de autos de colección. El líder del Cártel de Sinaloa protagonizó una de las fugas más resonantes. Escapo de la cárcel de máxima seguridad “El Altiplano” a través de un túnel ¿cómo? Andando en moto.
Para recorrer los 1500 metros de camino que lo llevaban a la libertad Guzmán utilizó una Italika FC125. Obviamente modificada para que pueda transportarlo cual si fuera un carro de minero por el túnel. Lo que terminó por ser un escape verdaderamente de película.
En México, pero muchos años antes, el fundador del Cártel de Guadalajara, Miguel Ángel Félix Gallardo también gustaba de las motocicletas. “El Jefe de Jefes”, como se lo conoce al encarcelado narco, solía pasear tranquilo sobre dos ruedas por las calles de Culiacán, Sinaloa. Quien fue “zar de la droga” en su país tenía como favorita una Honda Goldwing, cuando todavía no controlaba todo el negocio del tráfico ilegal. Su socio, Rafael Caro Quintero, era otro apasionado por el mundo de las motos.