Desde que comenzó la pandemia de Covid-19, la industria en general se ha visto afectada por diferentes problemas, entre ellos el faltante de piezas, desde las más pequeñas hasta las más grandes. A pesar de que las fábricas hacen todo lo posible, estos problemas siguen surgiendo, por el hecho de depender de otros para conseguir ciertas piezas fundamentales.
En su momento, Bosch hizo una gran inversión para tener microchips para sus sistemas, ya que las empresas encargadas de producirlos no completaban el mínimo de la demanda. Esa escasez parece haber quedado en el pasado, pero la industria de los sistemas de frenado volvió a estar en el ojo de la tormenta.
Los más afectados son los fabricantes de sistemas ABS, que sufren para conseguir suministros, más precisamente los metales que se utilizan para fabricar los sensores. Por ello no pueden cumplir los plazos estipulados de la entrega de los productos y tampoco llegan a completar el total de los pedidos, dado que reciben menos componentes de los necesarios.
En el mercado europeo esta escasez golpea prácticamente en todos los segmentos de motos. Porque, por ley, todos los ejemplares de 125 cc para arriba deben equiparse con sistema ABS de serie. Por tanto no pueden venderse sin la asistencia de frenada, que es considerada una pieza clave en la seguridad de los motovehículos. Además, para las motos media-alta cilindrada, que se equipan con control de tracción u otros sistemas, el problema es mayor, ya que estos dispositivos necesitan de los módulos de ABS.
La industria de las dos ruedas deberá afrontar otra vez la escasez. Por supuesto, estamos seguros que podrán adaptarse para solucionar el problema de nuevo.
Fuente: Moto-station.com