Te contamos la historia de cómo Fernando Daniel Acuña convirtió una Suzuki GS1000 de casi cuarenta años, en una de las más observadas motos de Bahía Blanca.
Hoy Fernando tiene 45 años y cuenta que desde pequeño sentía pasión por las motos, principalmente por las de estilo Café Racer. Miraba videos, documentales, libros y revistas afines, solo por curiosidad, ya que sus padres se negaban al hecho de que tuviera una moto.
Las pasiones de niño suelen convertirse en una simple anécdota con el paso del tiempo, pero este no es el caso. Con los años, Fernando se iba convirtiendo en un fanático de las “Motos viejas” sin haber tenido una.
Como toda pasión verdadera, su amor por las motos no tarda muchos minutos en aparecer en cualquier conversación. Así fue que un día a la salida de su trabajo en una editorial, conversando con el personal de seguridad, dio con el dato de alguien que tenía dos motos viejas en venta.
Casi de forma inmediata fueron juntos a tocarle timbre y ver de qué se trataba ese bicho grande tapado con una lona. Era una Suzuki GS1000, la misma que Fernando había perseguido durante mucho tiempo. El dueño no hizo mucha resistencia y ante la primera (pero bondadosa) oferta, aceptó y decidió liberar su garage en ese momento.
Fernando puso todos sus conocimientos en práctica y, para que la moto quedé como él la imaginaba, comenzó a comprar repuestos por internet, lidió con los trámites y paseó de taller en taller hasta dar un mecánico apasionado que se involucre con el proyecto.
Luego de tres años de mucho trabajo y paciencia, hoy esta Suzuki del 78 pasea por las calles de Bahía Blanca robándose todas las miradas. Su dueño, sin dudas, cuenta con el conocimiento, el espíritu, los aliados y la calma que este estilo tan particular requiere.
“Me enamore del entorno y de la gente de motos. Pude dar con la persona apasionada adecuada que se enamoró del proyecto (mi mecánico), de otra forma hubiese sido imposible.”