El modelo más reconocido de la firma inglesa se nombró igual que el famoso salar norteamericano, para rendirse a los records de velocidad conseguidos en el ese lugar. En tres generaciones supo conquistar el corazón de más de motoquero.
Triumph es una reconocida marca inglesa que supo superar crisis y llegar a más de 100 años de vida, su vasta producción supo enamorar a famosos de viejas épocas, como James Dean, Marlon Brando, Steve McQueen, Elvis Presley. Entre sus modelos, uno de los más célebres es la Bonneville.
Por la velocidad y la fama
Su historia comienza en los años 50, cuando el motociclista Johnny Allen rompió las barreras de la velocidad en las salinas del norte, sobre una Tiger T110. El hecho de haber podido ser el más rápido en esas tierras, hizo que la firma tomara notoria popularidad. Es así que la fábrica decidió mostrar en el Earls Court Bike Show de 1958, un nuevo modelo, la Bonneville, que comenzó su producción al año siguiente y continua hasta el momento, pero en tres intervalos.
La primera generación duró hasta 1983, luego de un parate regresaron nuevos ejemplares en 1985, que se mantuvieron por tres años. Luego de la reinvención de la firma, el ícono también volvió, fue en 2001 y es la moto que conocemos hoy.
La evolución y más
Cuando nació se basó en la Tiger que modificó Allen para correr en el salar, pero luego la moto tuvo su propia vida. Durante la posguerra supo ser un ícono de la cultura de la customización, siendo preparada hasta el cansancio por los Rocker ingleses. Transformada en café-racer, funcionaba como estandarte de ese grupo de moteros que quería adueñarse de las calles del Reino Unido en los 60.
Además tuvo versiones dignas de un símbolo británico, como la edición T140J que vio la luz para celebrar los 25 años del reinado de Isabel, en 1977. Porque la Bonneville era también una verdadera monarca en dos ruedas. Se mostró a fin a la corona en el famoso casamiento del principe Carlos y Diana, con la especial T140LE, en 1981.
A lo largo del tiempo fue borrando defectos y perfeccionándose, siempre mostrando prestaciones óptimas y manejo dócil. Todos los elementos de la moto fueron actualizándose, por ejemplo su chasis en principio era algo inestable. El motor obviamente supo modernizarse con los años, teniendo para muchos su mejor versión en 1969, con dos carburadores que mejoraba la actuación a bajo régimen; mientras que en los 80 se le sumó la inyección electrónica.
La segunda generación de Bonneville no es construida por la desaparecida firma que había entrado en una crisis. Fue L.F. Harris que compró la licencia para producirlas, pero con carencia del clásico espíritu. Algo que se recuperaría en el 2001, cuando Triumph reabrió totalmente renovada. De allí en adelante se convirtió en un perfecto modelo que mezcla tecnología con líneas clásicas.
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