“Tengo una moto para comprar» le dijo Alberto a Ezequiel y salieron con ansiedad a conocerla. Así comenzó la odisea de La Criatura, una Suzuki bien rebelde.
Ezequiel recuerda en primera persona el día caótico y los obstáculos que tuvieron que superar para encontrar la moto que había visto con su amigo por internet y se encontraba en un barrio desconocido, hasta ese entonces.
El recorrido
«Para llegar a destino nos metimos en un barrio de esos en que las calles se entrecruzan y uno se encuentra inexorablemente siempre en el mismo punto desde el que partió. Llovía y había barro, el trayecto se hizo interminable. Unos perros flacos intentaron mordernos los tobillos en una esquina y cada tanto nos cruzábamos grupos de dos o tres chicos que nos seguían con la mirada, como quien mira un forastero o a un fantasma, le digo a Alberto: “algo anda mal bro”.
Sentía en lo más profundo de mí ser que algo andaba mal, aunque no podía darme cuenta que, pero todo era gris: el cielo, las casas y la gente.
El destino
Golpeamos las manos en el número 666 de la calle Cuenca. Un tipo con paso cansino salió de un galpón de chapa medio destartalado: «¿Si?«, dijo con un tono seco y desconfiado. “Es por la moto” dijo El Gordo (Alberto); el tipo dio media vuelta y lo seguimos. Abrió la puerta destartalada, prendió una lamparita que apenas iluminaba y señaló al fondo. “Ahí está, si le gusta llévesela ya, prefiero no verla mas”. Mi amigo no preguntó nada, le pagó, firmó los papeles y la compró. Yo no sabia qué pero algo no andaba bien, lo intuía.
Días después sonó mi celular y me sorprendió ver que era la esposa de Alberto. Sabía que algo malo había pasado y no me equivocaba. El gordo había salido de su casa y a pocos metros de llegar a la esquina, misteriosamente el Big 800 se inclinó y Alberto se cayó seco contra el asfalto. Con el impacto el tobillo le estalló entre el cordón y los casi trecientos kilos de la Suzuki. Pasaron casi diez años y al Gordo muchos ahora le dicen “El Rengo” Nunca se pudo recuperar del accidente a pesar de las muchas cirugías y los meses que permaneció en cama. Perdió el trabajo y un par de años después se separó de su esposa. La moto, poco a poco se fue oxidando, agonizando con las inclemencias del tiempo y la naturaleza y muriendo poco a poco hasta quedar irrecuperable.
El secreto
Una tarde, mientras tomábamos una cerveza bajo la parra, en el fondo de su casa, Alberto me confesó algo que siempre me había ocultado “Amigo, ¿te acordás la tarde que fui a buscar la moto? Yo sabía que era una moto que cargaba una muerte hermano, la del hijo del viejo. Sabía que estaba maldecida y la compré igual; no hice caso a los principios de un motociclista de jamás comprar una moto asesina” ,“Chichin” un viejo amigo motociclista nos había dicho a los que recién arrancábamos: “Las motos tienen alma muchachos, alma buena y alma mala”, y algo de cierto hay en esto.
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Luis
11 febrero, 2018 at 2:33 pm
motos…0KM SIEMPRE!! mujeres usadas y pá ser el ULTIMO sobre de ellas jajaja
Pablo
19 febrero, 2018 at 7:07 pm
He comprado motos con caidas ( no muertes) a ver gente…. la moto al igual que un auto es una maquina y responde al ser humano. Mepa q en vez de inventar historietas usen mas la muñeca.
alcides mercado
28 febrero, 2018 at 12:11 am
yo tambien viaje a paraguay en mi motomel 150gc llege biem ni un problema no tenia mi moto
alcides mercado
28 febrero, 2018 at 12:16 am
de bueno aires viaje asta paraguay
Jose María Hidalgo
3 marzo, 2018 at 6:36 pm
Mira hermano todo viene de la tierra y termina en la tierra y nuestro planeta tiene millones de años, asi que cuando extraen minerales para las materia prima de cualquier maquina, ahí puede contener mucho, el alma de un guerrero, un cacique, un asesino, un dinosaurio o tal ves nada. Yo pienso que las maquinas tienen alma y las trato como tal.