La Norton ES2 de 1949 que rueda por las calles de Banfield
Horacio Sánchez nos dio la bienvenida en su taller mecánico y de restauración. Nos contó sobre su preciada Norton y además de su época como piloto de motociclismo.
El fin de semana largo aprovechamos para dar una vuelta por el taller de Horacio Alberto Sánchez, para preguntarle sobre la invaluable Norton ES2 con sidecar, modelo 1949, que restauró. La máquina fue puesta a punto y anda como si fuese nueva (incluso tuvimos el placer de dar una vuelta en ella).
“La compré hace unos 16 o 17 años atrás, a un tipo que la tenía abandonada en el fondo de la casa”, comienza a contar: “La empezamos a restaurar, pintamos, lustramos, se le hizo el motor, la caja, el embrague; se pintaron las llantas como vienen de fábrica, el tanque cromado, todas las insignias; fabricamos el inflador, que no estaba”. Según nos dijo, el inflador tuvo que fabricarlo en el negocio “nos juntamos entre tres, uno dijo ‘bueno yo quiero dos’, ‘yo quiero otros dos’, nos pusimos y lo hicimos, un rato cada uno, haciendo una vaquita para juntar la plata para comprar los materiales”.
Nos comenta que “se desarmó íntegra, hubo que hacer algunas reparaciones en el cuadro. Restaurar todo, porque todo estaba gastado, oxidado, algunas cosas hubo que tirarlas y comprarlas nuevas”. A lo que añade: “Algunas cosas traje de afuera, pero algunas las compramos de acá, con gente que las hace muy bien, faroles, manijas, el pulsador de la bocina”.
“Tardé un año y medio, pero haciéndole todos los días cosas, para que quede bien. El motor la parte de arriba se hizo completa, la de abajo la desarmamos, pero estaba bien. Le hicimos la caja completa, los bujes, el embrague, y toda la tornillería se puso de acero inoxidable”, relató Horacio, y resaltó: “tiene una caja que tiene el cambio medio largo, es por ahí más lenta que una BSA, que yo tuve y era más rápida”. Claro, está Norton no es la primera moto que tiene y restaura, ya que según nos comenta “hace poco vendí una Alpino 175”, y suma otras motocicletas: “un par de Siam 48, una Puma Primera Serie”.
Confiesa que su moto soñada es la Triumph Bonneville, pero con esta Norton tiene su propia historia: “Ya había tenido una Norton cuando tenía 16 años, y la vendí porque no la podía mantener”, era una idéntica, aunque sin sidecar “es la segunda moto que tengo con sidecar, había tenido una BSA. Pero este es un sidecar especial, muy bien hecho. Quería recuperarlo, volver tener una Norton 500. Cuando me salió la oportunidad me la compré”, y añade “me gusta el modelo totalmente, es de las inglesas que más me gustan. También me gusta mucho la Triumph, pero más la Norton”.
Cuando viajamos con Horacio en el sidecar nos contó varias cosas, por ejemplo que pierde aceite “porque tenían unos fieltros, no tenía retén, siempre perdían aceite las motos inglesas, pensá que son motos de hace 60 o 70 años. Como no tiene retén no termina de parar el aceite, siempre un poquito se le escapa”. Sin embargo, reconoce que es una máquina “confiable; hemos ido para todos lados y nunca tuvimos problemas. Aunque la hicimos toda, se le hicieron muchas reparaciones, entonces la moto quedó bien. Me dio muchas satisfacciones”. Además nos confirma que la velocidad máxima “es de 110 km/h, con el sidecar y todo, va rápido”.
La ha llevado y puesto en exposición en “el Ferroclub de Escalada, la llevé una vez a San Juan, otra vez a Mar del Plata, a San Telmo. Siempre la llevé andando, salvo a San Juan, porque era muy lejos, ahí la llevé en el trailer”. Además nos cuenta que “donde vas te la quieren comprar, o te dicen ‘uh, mi abuelo tuvo una’, esas cosas que dice la gente”. Ante nuestra pregunta si la vendería, nos contesta: “A veces uno tiene necesidades y recurre a esas cosas, como vender la moto. Pero qué sé yo, capaz que no la vendo nunca”. Y agrega que no sabe qué precio le pondría si fuese así “sé que son muy caras, lo que pasa es que es muy caro hoy restaurar una moto, no la moto en sí”. Según asegura, el trabajo para restaurarla es muy costoso “lo que yo hice 16 años atrás no sé si lo podría hacer ahora, o tardaría el triple de tiempo”.
Su experiencia en el motociclismo
En su juventud, Horacio fue piloto de carreras, entre 1976 y 1991, durante 16 años, arrancó “a los 22 años, un poco tarde, porque nunca terminaba de juntar la plata para preparar la moto”. Le costó mucho empezar, pero también mantenerse en la competencia, “a veces conseguía publicidades, pero era duro. Había que viajar, y yo no tenía camioneta, me tenía que juntar con otros muchachos”.
Resumió su carrera en el motociclismo brevemente: “Empecé corriendo en la categoría promocional con Zanella, después con Kawasaki en Superbike, con Yamaha 350 internacional, con Siroco rotax, y la Ducati, después me retiré”. Pero destaca: “Salí campeón en 125 argentino, fue un año en que yo tenía la pierna rota y no podía correr bien la moto, pero pude andar bien”.
Uno de sus mayores recuerdos es el que tuvo con “la Ducati” o mejor dicho la Ducati 900 Mike Hailwood, de las que se fabricaron “tres o cuatro”, según cuenta Horacio. “Fue de casualidad”, comentó, el dueño “me vio andar, conocía al que me preparaba la moto, y le dijo si yo la quería correr”. Primero la probó y después corrió con ella “una sola carrera. Salí segundo, no gané porque tenía algunas cosas para retocarle, pero no sé si hubiese podido ganar”. En esa época algunos pilotos no se metían en la puesta a punto de la motocicleta, pero Horacio sí, “porque me gustaba interiorizarme en eso, participar”. Para él esa moto italiana fue de lo mejor conoció y condujo “una pieza espectacular, una máquina bárbara”.